El campo de nuestra familia ubicado en la zona conocida como Chachil, en el Departamento Catal Lil de la provincia de Neuquén, que mi abuelo Mario compró en 1978, hoy está usurpado por integrantes de la comunidad mapuche Cayupán. El 25 de enero de 2022 no me dejaron entrar más a mí, cortándome el paso con una barrera que levantaron en el camino vecinal antes del acceso a nuestro campo.

El campo estaba abierto en el límite norte, y estábamos haciendo con nuestro vecino (Familia Pintos) el alambre divisorio, que dadas las características del lugar solo se puede llegar y trabajar en los meses de verano. Habíamos organizado hacer 3000 metros de alambre. Ya estaba el material en el lugar y el alambrador trabajando. Pero el 25 de enero  no pude entrar mas. Desaparecieron los materiales del alambrado y se perdieron animales, además de no poder continuar con los trabajos. 

El campo lo tomaron con los animales de la familia y los animales de otras personas a las que damos pastaje. Recién el 10 de abril pude terminar de sacarlos. Construyeron precarias viviendas con cantoneras, material de los aserraderos de Corfone (Corporación Forestal de Neuquén) que reparte la Gobernación entre las comunidades. 

Mi abuelo compró el campo a la firma Peretti, quienes explotaban desde la década del ´40 un aserradero. Todo esto está relevado en un plano de 1944. No había entonces ni tampoco muchos años después, ninguna comunidad mapuche asentada en el campo. 

Es un campo de veranada, por lo que se usa de noviembre a marzo o abril, dependiendo del año. El invierno es muy crudo. La nieve y el frío hacen imposible producir en esa estación, pero siempre el campo ha estado en producción. 

La comunidad Cayupán tiene personería jurídica nacional y provincial y tiene su carpeta de reconocimiento territorial ya cerrada. Cuando el INAI le entregó el reconocimiento territorial en 2018 no estaban en nuestro campo.

Mi familia tiene 120 años en estas tierras. Antes de que existiese la provincia del Neuquén como tal. Yo estudié Agronomía y soy quien soy por y gracias a él. Y me da mucha impotencia, mezclada con desazón, ver que quienes tienen que hacer valer nuestros derechos, quienes imparten la Justicia, miran para el otro lado. 

Soy Eugenia Sebastiano Rambeaud.