“Necesitamos una respuesta pronta de la Justicia”, afirmó Claudio Avruj al referirse a la situación de Villa Mascardi.
Muchos ven en el presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Claudio Avruj, a una persona que ha puesto en orden un organismo que, bajo la gestión anterior, recibió gran cantidad de críticas (incluso lo relacionaban con actos delictivos, al vincularlo con usurpaciones). Otros, en cambio, son duros sobre el rol que está teniendo. Entre los últimos, por ejemplo, destacan quienes son parte de la Coordinadora del Parlamento del Pueblo Mapuche Tehuelche de Río Negro.
Avruj fue parte del foro de Consenso Patagonia que se realizó en el hotel Cacique Inacayal, de Bariloche, donde hizo hincapié en un cambio de paradigma con respecto a la etapa kirchnerista.
Precisamente, desde el Parlamento Mapuche hubo una pronunciación previa a la realización de ese encuentro, firmada en conjunto con el Consejo de Desarrollo de Comunidades Indígenas y el Consejo de Participación Indígena, donde se expresó repudio por el anuncio de la intervención de Avruj y por el evento en general.
En tal sentido, los referentes indígenas calificaron a Consenso Patagonia como un “ámbito creado con el fin de potenciar los discursos de odio, racismo y xenofobia”, como así también “la persecución hacia representantes de las comunidades mapuches”.
Sobre Avruj, puntualmente, manifestaron: “Hasta ahora lo único que ha hecho es desmantelar las áreas del organismo, negarse a extender personerías jurídicas a las comunidades, impulsar la derogación de la Ley 26.160, dar de baja carpetas técnicas del relevamiento territorial, desconocer la Wenu Foye o bandera mapuche, entre otras violaciones de derechos indígenas”.
En cambio, desde el ámbito de Consenso Patagonia, claramente, la visión sobre el funcionario es radicalmente opuesta. Días atrás, el director ejecutivo de esa asociación civil, Juan Trebino, al referirse a Avuj, dijo: “Ha tenido un gran desafío, porque le tocó suceder al INAI del gobierno de Alberto Fernández, o sea, tenía que ordenar ese caos. Se requiere un gran valor, honestidad intelectual y personal. Nosotros valoramos eso, así como que el INAI, ahora, por ejemplo, esté reabriendo procesos y relevamientos técnicos, y si los tiene que revisar y revocar, lo hace. Eso requiere de una gran valentía, y no había pasado nunca en la historia argentina”.
El propio Avruj, en tanto, tras su exposición en el foro, recibió la felicitación de gran parte de los asistentes, aunque algunos, más allá de celebrar sus palabras, consideraron, a modo de leve reclamo, que “todavía faltan acciones”. En ese caso, los requerimientos, sin ser explícitos, se vinculan con la situación relacionada con conflictos que aún se mantienen vigentes —o al menos latentes— en diversas zonas de la Patagonia.
En una entrevista con El Cordillerano, el titular del INAI consideró que la participación en el encuentro de Consenso había significado “un hito” para el organismo. “En este momento de la Argentina, me parece espectacular que organizaciones de esta índole de la sociedad civil se constituyan, se consoliden y planteen espacios para el diálogo”, sostuvo.
—¿Cómo definiría el papel actual del INAI?
—Fundamentalmente, para nosotros hay que entender al INAI como lo que tiene que ser, una institución del Estado al servicio de todos los argentinos. Que, por definición, por ley, tenga que atender la problemática de los pueblos originarios, no significa que eso sea excluyente de la relación con toda la sociedad. Tenemos que atender sus derechos, pero tenemos que respetar y atender los de las empresas privadas y de los propietarios, y entre las tres partes trabajar por el desarrollo del país. Ese es el gran cambio del INAI, que hoy es una entidad de puertas abiertas, de diálogo permanente, de interacción con los organismos internacionales, con las empresas, con los privados… Tiene que ver con escuchar demandas y tratar de aportar soluciones; también, con pensar cuestiones innovadoras de trabajo.
—¿Y cómo calificaría el INAI anterior?
—Todos sabemos que, en los últimos años, sacando el período del presidente Mauricio Macri, es decir, durante todo el kirchnerismo, el INAI fue un ámbito totalmente ideologizado, sostenido, como fue con todo el gobierno que lo contenía, en una lógica de conflicto; es decir, no de búsqueda de soluciones, sino de una enemistad muy grande con la propiedad privada, y eso fue lo que produjo los conflictos que vivimos, donde los grupos que generaban violencia eran sostenidos desde el Estado nacional.
—Si se le dice “Villa Mascardi”, ¿qué le viene a la cabeza?
—Uno de los episodios más tristes de la historia reciente de la Argentina, una situación emblemática en cuanto a lo que representa una usurpación, el avasallamiento de la propiedad privada, el irrespeto a los derechos de la sociedad y de los particulares. Con indolencia, en su momento, del Estado argentino. Y también con una indiferencia de la Justicia, que ha permitido aletargar estos procesos de resolución, sin tomar las decisiones que se tenían que tomar. Sin duda, el caso Mascardi ocupa un lugar emblemático de la historia, un momento para conocerlo y saber que eso no puede permitirse nunca más.
—¿Y cuál es la situación actual de Mascardi?
—Mascardi se encuentra en un impasse, cuidado por las fuerzas nacionales; está el Ministerio de Seguridad de la Nación. Estamos esperando que el juez determine quitar el rewe (espacio sagrado, ceremonial), porque no corresponde que esté ahí, para que los derechos de los propietarios —que fueron incendiados, desplazados, maltratados— puedan volverse a vivir con plenitud. Necesitamos una respuesta pronta de la Justicia.
—En su momento, se determinó mantener el rewe en base al respeto a las creencias, ¿cómo lo analiza usted?
—Desde mi punto de vista, es un error. Cualquiera no puede, en nombre de una identidad, decir: “Este sitio, porque tuve una visión, es un lugar de culto, santo”, y perjudicar un espacio público, territorio del Estado, de Parques Nacionales, sin que la Justicia opere. Está comprobado que no hay ningún asidero para que ese rewe esté ahí.
—¿Teme que se pueda producir algún otro episodio en ese lugar o en la zona?
—La verdad es que en la actualidad nosotros no vislumbramos algo así, pero tenemos que estar atentos y debemos trabajar en generar los espacios de diálogo, de comunicación, y alertas tempranas para evitar cualquiera de estos hechos.
—Entonces, ¿considera que el nivel de conflictividad es menor?
—Ha bajado porque, justamente, no existe un Estado que la promueva. Eso hay que tenerlo muy en claro. Antes veíamos casos como los de Jones Huala (Facundo), cosa que yo he protagonizado como víctima, al ser apedreado cuando estuve en el lof.
—¿Se refiere a cuando usted ocupaba el rol de secretario de Derechos Humanos?
—Sí. Yo fui secretario de Derechos Humanos durante todo el período de la presidencia de Mauricio Macri. Cuando fue la toma del lof de Jones Huala, y, en su momento, la desaparición de Santiago Maldonado, el día que en que se descubrió que estaba entre las ramas, quien era ministro de Justicia, Germán Garabano, me pidió, por orden del presidente, que viajara al lof, para asistir a los familiares de Maldonado, y en el momento en que me constituí ahí, fui apedreado y me echaron. Mi vida se salvó de milagro. El aparato kirchnerista buscaba, obviamente, un fin político, que era la caída, en ese momento, del gobierno del presidente Mauricio Macri. No nos tenemos que olvidar de eso. En Mascardi, durante la primera toma, el kirchnerismo se sumó para desestabilizar un gobierno (se refiere a la gestión de Macri). Y luego, cuando fue la última etapa de Mascardi, hubo un gobierno nacional (apunta a la gestión de Alberto Fernández) que operó una resolución del conflicto atendiendo a los usurpadores y no a las víctimas.
—Habla del acuerdo que se firmó en junio de 2023…
—Claro, ahí te das cuenta de la intencionalidad política e ideológica, así como el uso indebido que se hizo, en su momento, del INAI y de las políticas de derechos humanos.
—El INAI, obviamente, se vincula con todo el país, pero, puntualmente, en la Patagonia es muy fuerte la presencia mapuche. ¿Cómo definiría a ese pueblo?
—Como un pueblo trabajador, integrado a la sociedad, que tiene sus reivindicaciones… Hay sectores radicalizados que hablan de un Estado mapuche dentro de la Argentina, pero es algo minoritario; la inmensa mayoría es totalmente dialoguista y busca solución para los conflictos.
—Sabe que en el Parlamento Mapuche tienen una posición muy dura contra usted…
—Totalmente, pero la tienen, fundamentalmente, porque no dialogamos con ellos. Nosotros trabajamos con las comunidades, no con las instituciones intermedias que se designan “representantes de…”.
—Entonces, ¿no va a dialogar con ellos?
—No, porque tienen posiciones ideológicas fuertemente radicalizadas.
Fuente: El Cordillerano